Thursday, May 12, 2016

Fragmentos musicales diversos desde la fábrica progresiva de ERNI VIDAL


HOLA, PROGRESIVOS, LES SALUDA CÉSAR INCA.

ERNI VIDAL es más que un individuo, incluso más que un individuo con enorme talento musical: es toda una institución dentro de la vanguardia progresiva mendocina. Habiendo sido en su momento una figura central dentro de esa enorme banda argentina que fue ZONDA PROJECKT, ahora llega a nuestras manos “Fragmentos”, su segundo trabajo solista, aunque literalmente firmado como ERNI VIDAL & CÍA. El primero se titulaba “Draghi” y databa del año 1997, siendo un disco conceptual inspirado por la obra del historiador y poeta Juan Draghi Lucero. Pues bien, ahora se nos ofrece este repertorio de “Fragmentos”, grabado en varias sesiones que tuvieron lugar entre el primer y el último mes de 1998, y publicado originalmente al año siguiente en un tiraje muy limitado de 100 ejemplares: el sello Viajero Inmóvil se encarga de esta reedición que constituye, en verdad, uno de los agasajos renovados más hermosos de la escena progresiva argentina. VIDAL asume múltiples roles performativos a los bajos (Rickenbacker Stereo y Yamaha 5-String), las guitarras (Gibson Les Paul, Gibosn SG, Fender Stratocaster y Epiphone Sheraton II), los pedales bajos, los sintetizadores (Mini-Moog, Roland XP y Korg Prophecy) y el mellotrón. Sus compañeros ocasionales de viaje son los guitarristas Mario Mátar, Kubero Díaz, Carlos Sisinni y Alejandro Manzano, el baterista Tuti Vega, la flautista Beatriz Plana y el trompetista Luis Marigliano. Mátar es un prócer de la movida progresiva mendocina (ALTABLANCA y ZONDA PROJECKT) mientras que Díaz es figura legendaria de LA COFRADÍA DE LA FLOR SOLAR y LA PESADA DEL ROCK AND ROLL.


Bueno, yendo al repertorio del disco, el prólogo ‘Pax’ establece un aura etérea que invita directamente a la contemplación serena, anuncio del lirismo fresco y bien cimentado que nos ha de obsequiar acto seguido ‘Fragmentos De Un Blues Apócrifo’. Esta pieza netamente extrovertida es un blues-rock progresivo en el que la flauta asume un rol protagónico; a medio camino entre el estándar de SOLARIS y el del JETHRO TULL de la etapa 77-79, VIDAL y sus compañeros/as de turno entregan un vigor sumamente colorido al contagioso groove armado desde la dupla rítmica. ‘Candil Del Alma’ vuelve a lo introvertido, esta vez con algunos ribetes de furia aludidos por las robustas y flotantes líneas de la guitarra, las cuales llenan los espacios enraizados en las capas de teclado. ‘El Diablo En El Campanario’ – inspirado en el juegutón y perturbador cuento de Edgar Allan Poe del cual toma el título – exhibe una soltura típicamente jazz-rockera, un tanto influida por el modelo de WEATHER REPORT: entre la musculatura del bajo y las florituras de la trompeta, el ensamble sonoro se asienta cómodamente mientras se va preparando el camino para un bello solo de guitarra de corte inconfundiblemente Frippiano. Un ornamento raro para la ocasión… ¡pero muy efectivo! Luego sigue otro solo que más se acerca al modelo de JEFF BECK, el cual sirve para que la trompeta vuelva a aparecer en escena, esta vez como compinche de la guitarra. ‘Factor Común’ es un alegre jam rockero que celebra su propia simpleza con actitud fornida, aunque hay espacio para un efímero torcimiento disonante en algún pasaje intermedio. ‘Ojos Del Sur’ brinda un interesante contraste frente a lo inmediatamente anterior al centrar su desarrollo temático en etéreas texturas de teclado, primero con un aura sigilosa y luego abriendo campo a una expansión sinfónica bajo la guía de la guitarra (un poco al modo de los discos solistas de STEVE HACKETT del nuevo milenio). ‘Quetzal’ rinde homenaje directo al KING CRIMSON de la etapa 73-74, añadiéndose en la labor de la guitarra algunos matices jazzeros muy oportunos para la gestación de un colorido refrescante al asunto. Kubero Díaz brilla a sus anchas en este momentum especial del disco.

‘Morgiane’ es una pieza que consta de dos secciones, concisamente tituladas ‘Parte 1’ y ‘Parte 2’: el personaje inspirador proviene del clásico relato “Las Mil Y Una Noches”. Ambas partes se focalizan centradamente en un jam básico – muy en la línea de MIKE OLDFIELD con algunos matices Frippianos añadidos –, estando la primera parte orientada hacia climas flotantes mientras que la segunda exhibe un aura extrovertida tras un interludio calmo de tenor minimalista. ‘Siesta En El Pueblo’ es otra pieza multipartita, esta vez con cuatro secciones: ‘Introductio’, ‘El Descenso’, ‘Los Dragones De Esta Pesadilla’ y ‘Volver’. Esta suite comienza con un clima sereno de corte eminentemente Crimsoniano, para luego trasladar la reinante serenidad a una ambientación más fastuosa en base a un dinamismo sinfónico que hace sentir su fuerza de carácter. A pesar de lo llamativo que resulta este viraje, se toma muy poco tiempo para desarrollar su compleción, pues tras un minúsculo intermedio cósmico emerge una nueva sección sostenida sobre un swing frenético e intenso que nos recuerda en algo a la faceta más explosiva de unos YES. La parte final vuelve a la serenidad inicial, esta vez con una frescura cristalina que destila una etérea amabilidad. Si en ‘Morgiane’ VIDAL había proyectado su visión musical en paralelo con el arte de la orfebrería, en el caso de ‘Siesta En El Pueblo’ tenemos la vivacidad de los colores de Van Gogh empleada para dar una frescura nueva al surrealismo juguetón de un Dalí, logrando así retratar paisajes monumentales que van desde la gris acidez del invierno hasta la plenitud multicolor de la temporada estival. En medio de estos conceptos ambiciosos se sitúan dos piezas breves que se destacan por una envolvente introspección, ‘La Paleta Del Pintor’ y ‘Un Blues Para Valen’: la primera es una bella muestra de impresionismo impregnado de ribetes románticos (un poco a lo THE ENID), mientras que la segunda diseña un ejercicio de sereno expresionismo al estilo del CAMEL del nuevo milenio.


‘Pájaros Metálicos’ instaura cuatro minutos de extrovertida magia rockera en base a un gancho propio de la tradición del hard rock de los 70s, añadiendo matices heredados del modelo de YES con el fin de asentar una apropiada dosis de sofisticación musical al asunto. Es como si VIDAL hubiera vertido sobre el papel su propia versión de las vibraciones espirituales descritas por JIMMY PAGE y STEVE HOWE en algunas de sus composiciones más filudas. Otro clímax decisivo del álbum, sin duda. Siempre amante de la idea de secuenciar ilaciones de contrastes sucesivos, la siguiente pieza que nos brinda el buen ERNI es ‘Ojos Del Sur II’, la misma que sigue por la senda de la sexta pero con una intencionalidad más relajada en lo que se refiere al desarrollo insistente del motif central. El maestro Mario Mátar luce su aguerrida elegancia a placer. Ya todo está listo para que emerja la pieza de cierre, titulada ‘Las Presencias’, la cual centra su núcleo temático en la reincidencia en la elaboración de tonalidades intimistas, esta vez con una apropiada aureola de densidad al más puro estilo progresivo – el guitarreo se hermana igualmente con el paradigma de HACKETT y con el de OLDFIELD mientras le bajo crea líneas relativamente libres y las capas de teclado aseguran el asentamiento del ambiente general. Es, de hecho, un adelanto de lo que luego sería ZONDA PROJECKT pues el trío que toca esta pieza final consta de Vidal, Mario Mátar y Tuti Vega. Con este ejercicio de rabiosa serenidad termina “Fragmentos”, un disco bellísimo que reivindica clara y distintamente al genio musical que late en la mente y el espíritu de ERNI VIDAL. La gran personalidad estética que se trasluce en cada una de las piezas del álbum hace de éste un catálogo ampliamente recomendable en cualquier colección progresiva de nuestros tiempos.


Muestras de “Fragmentos”.-


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