Thursday, August 27, 2015

Recordando a aquel trío argentino que se llamaba WASABI


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión traemos a colación a un trío vanguardista argentino que existió alguna vez bajo el nombre de WASABI: sí, adoptaron su nombre del condimento de la culinaria japonesa. Conformado por Maia Illa (teclados, flauta, melódica y voz), Pancho Corrao (bajo y voz) y Augusto Urbini (batería, efectos, percusión y voz), el grupo tiene dos discos en su haber: “Antimonio” (2005) y “Febrero” (2007). Este ensamble se caracterizaba por ser aventurero hasta niveles de temerario, dueño de una propuesta musical con una fuerte base jazzera (avant-jazz, nu-jazz, free-jazz) pero que implosiona continuamente merced al empleo de recursos y modelos derivados de la influencia de otras fuentes de estímulo experimental como el krautrock, el R.I.O., la musique concrete y el post-rock ambiental a lo TORTOISE. Apreciando sus dos discos en bloque, se puede sintetizar que la música de WASABI porta un tenor vibrante a pesar de no valerse de las sonoridades más grandilocuentes de la experimentación progresiva ni desarrollar ostentaciones complicadas propias de otras variedades de lenguaje jazzero.   


Empezamos con “Antimonio”, un estupendo inicio de carrera para WASABI. Grabado en los días 11 y 12 de diciembre del 2004, fue publicado al año siguiente. ‘Mme. Dubois’ abre el disco con una grisácea aura de ensoñación que se sustenta sobre un groove marcado por una extroversión constreñida, muy a lo trip-hop. Luego sigue la dupla de ‘El Enanito’ y ‘El Bosco’, orientada para expandir los recursos sónicos del trío. ‘El Enanito’ establece un ambiente sutilmente denso, penetrado por una suavidad que se siente casi engañosa: se aprecia aquí una cruza entre el WEATHER REPORT de los dos primeros álbumes y el estándar del nu-jazz, una simbiosis entre lo viejo y lo nuevo que el grupo recrea con buen pulso, ‘El Bosco’, por su parte, nos remite a un perturbador, y a la vez, fascinante paisaje deconstructivo de oscuras nieblas e inciertas ocurrencias dentro de un encuadre alevosamente abstracto. El solo de flauta que entra a tallar en algún momento instaura un talante desafiante a través de sus gráciles sonidos, y lo mismo vale para los ominosos arreglos vocales. Cuando emerge ‘La Clásica’, el grupo se dispone a construir una idea concreta y bien delineada, aunque sin abandonar la tensión ante la expectativa misteriosa que ha venido marcando el esquema esencial de sus estrategias sonoras, y por tanto, resulta natural que el quinto tema, titulado ‘¿Por Dónde Quieren Andar? (Mate)’, se oriente por un dinamismo electrónico en no poca medida parametrado bajo las coordenadas del krautrock. El engarce continuo con ‘Beduino’ es muy apropiado porque esta pieza específica replantea el esquema electrónico hacia una fusión moderna de base arabesca: las retorcidas líneas de flauta son simplemente encantadoras, aportando un recurso de calidez frente a los derroteros modernistas encarnados en los instrumentos eléctricos y los samplers de voces. Ya en la segunda parte del jam básico sobre el cual se arma esta pieza, la soltura de la batería, la sobriedad de la guitarra y las crípticas capas del teclado viran hacia un híbrido de AGITATION FREE y HARMONIA. A propósito, se trata de la pieza más extensa del disco con sus 9 minutos de duración.

‘Uma 8’’ (que suponemos hace alusión a la película “Jennifer 8” protagonizada por Una Thurman) es un ejercicio de jazz-fusion muy en línea con las etapas primigenias de WEATHER REPORT y RETURN TO FOREVER pero con una aridez muscular propia de la vanguardia jazz-rockera contemporánea. Luego sigue un tema con un título muy simpático, ‘Soy La Nena’: algo que pueda sonar muy bien para un hit de bailanta o Latin-rap en realidad es la etiqueta de un viaje sonoro muy metido en los recovecos inquietos del free jazz en el seno de una relajada espiritualidad crepuscular. Esta dupla de temas tiene como principal misión hacer más explícita que nunca la vitalidad pletórica de exquisitez que alimenta a la unión de las mentes de Illa, Corrao y Urbini dentro de una misión musical tremendamente compacta. ‘Parque Jazz’ y ‘Caratocar’ son los temas más breves de “Antimonio”: el primero nos ofrece una vibrante mezcla de CAN y TORTOISE al modo de una neurótica celebración, mientras que el segundo ofrece una versión deconstructiva de avant-tango con una melódica que ocupa el lugar del bandoneón mientras la dupla rítmica elabora un esquema notoriamente etéreo. ‘6 Habitaciones’, tras un prólogo basado en el manejo intenso de grooves anárquicos, muy a lo musique concrete, desarrolla un cuerpo central signado por un espíritu meditabundo dentro de un ambiente otoñal. Los últimos 6 ½ minutos del disco están ocupados por ‘Mme. Dubois II’, la clausura que aplica una cirugía transformativa al colorido peculiar de la primera pieza del álbum aplicando las pistas de abstracción modernista dejadas por ‘El Bosco’ y ‘6 Habitaciones’, llevando dichas piezas hacia un minimalismo mágico y sugerente.


El segundo disco de WASABI se llama “Febrero” y, en comparación con “Antimonio”, pone un énfasis más sistemático en la fundación y desarrollo de climas etéreos, algo que se nota de inmediato desde el tema de entrada ‘Traje De Buzo’, el cual empieza como un ejercicio de avant-jazz intimistamente suave y luego vira hacia abstracciones electrónicas cuyas coordenadas se dibujan entre el krautrock y el nu-jazz. La secuencia de ‘Quien Mire’ y ‘Flota Rota’ prosigue en el ahondamiento en lo abstracto con una convincente espiritualidad minimalista, con lo cual ya tenemos una buena muestra de las pautas que se plantea el trío en la revitalización de su visión artística. Hay densidad e inquietud en estas aventuras sónicas, pero no con disposición de crear una tensión abrumadora, sino más bien de señalar hacia marismas misteriosas de una realidad a la que la mente no parece ser capaz de asirse de forma plena. ‘Entre Hermanos’ es un breve interludio signado por la flauta de Illa que prepara el terreno para la emergencia de ‘Se Pierden’, pieza marcada por una estrategia de psicodelia deconstructiva donde el grupo calibra atmósferas de corte R.I.O. en medio de una vibración free-jazzera. El engarce con ‘After Vudú’ lleva a una dinámica tribal fulgurante de dadaísta intensidad, lo cual sirve para que el grupo muestre confiadamente las aristas más ácidas de su propuesta. Así las cosas, con el optimista ejercicio de avant-jazz en ‘Entre El Reflejo’ y el misterioso dinamismo constreñido que transita por vías de gradual soltura en ‘El Incomenzado’, tenemos una estrategia de reformulación de las atmósferas etéreas donde había focalizado sus pensamientos e instintos al comienzo mientras recicla las huellas dejadas  por ‘Se Pierden’. Con sus 13 ¼ minutos de duración, ‘Tuco’ se erige como la pieza más extensa del disco. Contando con tanto espacio de expansión, el grupo se siente listo para elaborar aureolas de sofisticación expansiva a partir de una exploración progresiva y psicodélicamente capitalizadora de su esencia nuclear: la labor del baterista brinda un vitalismo crucial para este rito de bizarra luminosidad cósmica que el trío perpetra con pulso firme e ingenio vigoroso, y en particular, cabe destacar el modo en que las tres individualidades agudizan milimétricamente su poder intuitivo para crear y desmenuzar las interacciones que se van sucediendo en esta larga aventura.

El breve retazo de jazz alegre en ‘Canica’ abre efímeramente la ventana hacia destellos de juguetona luz antes que ‘Reloj Detrás De  Un Libro / 3 Peces’ nos devuelva al encanto flotante y brumoso de los primeros tres temas del álbum. A continuación sigue una secuencia de temas breves que se inicia con ‘Hombre Momia (Qué Laburo)’, el cual nos devuelve al espíritu de ‘Entre Hermanos’; luego llega ‘El Sonido De Febrero’, que consiste en… una palabra dicha por el baterista (minimalismo extremo); ‘Pito’, una miniatura jazzera donde la melódica se encarga de solear; y finalmente ‘Una Caja Dentro De Otra Caja’, una nueva oportunidad para que el trío explore sus perspectivas dadaístas. Los últimos cuatro minutos y pico del álbum están ocupados por ‘Bajo En Medrano’, un número bastante sereno donde la nebulosidad crepuscular inunda el ambiente con un aura de misterio otoñal, al modo de la melancolía propia del caminante que vaga por un sendero que lleva a un periodo de hibernación. Se trata de una pieza muy mágica, por lo que su conclusión se siente muy abrupta, pero ello indudablemente tiene sentido dentro de la sensación de misterio que ha atravesado todo el repertorio integral de “Febrero”.  


Bueno, la obra de WASABI fue efímera pero está disponible para los curiosos que quieran meterse a fondo en los mil y un recovecos de la vanguardia argentina de las dos últimas décadas. Que sepan todos/as que este trío de Illa, Corrao y Urbini ha gestado dos obras sumamente exquisitamente desafiantes y pródigas en musicalidades diferentes. ¡No se debe dejar en el olvido a WASABI!

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