Wednesday, July 08, 2015

GOBLIN: un póker de ases de la tradición progresiva italiana


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

GOBLIN, el grupo italiano que prácticamente inventó el concepto de rock progresivo como invernadero ideal para bandas sonoras de películas de terror, vuelve a la carga con un nuevo disco titulado “Four Of A Kind”. ¿Cómo ignorar la relevancia que tuvieron tanto para la escena progresiva italiana como para el legado cinematográfico de los 70s sus bandas sonoras para los clásicos de Dario Argento “Profondo Rosso” y “Suspiria”? pues bueno, en “Four Of A Kind” encontramos material es nuevo de parte de estos genuinos veteranos que conforman el cuarteto activos del momento: Maurizio Guarini [teclados, órgano Hammond, clavicémbalo], Agostino Marangolo [batería, percusión, teclados adicionales] Massimo Morante [guitarras eléctricas y acústicas, bouzouki] y Fabio Pignatelli [bajo, teclados adicionales]. Pero… ¿dónde está el teclista Claudio Simonetti, quien fue co-fundador de la banda así como de la que la había precedido, CHERRY RED? Pues resulta que este GOBLIN renovado no tiene a Simonetti en sus filas, lo cual es de por sí sorprendente cuando sabemos que el rol de Guarini en los primeros álbumes de la banda era prácticamente de “teclista asistente” de Simonetti. Así las cosas, este nuevo disco de GOBLIN resulta ser una misión de reivindicación de la preservación y continuación del legado musical del grupo sin la presencia de su figura musical más fuerte, y a nivel individual, un empuje para Guarini. Da gusto saber que la campaña de financiación para la post-producción de este disco, concluida en abril pasado, llevó a buen puerto y permitió que las cosas se movilizaran con enorme prontitud para el ítem físico final.


Veamos el repertorio del disco en sí ahora. Durando poco más de 7 ¼ minutos, ‘Uneven Times’ abre al álbum con una actitud de enérgica fastuosidad desde donde los músicos se prodigan en elaborar un desarrollo temático inapelablemente colorido a través de un dinamismo melódico amante de lo denso. Tras un preludio ceremonioso que coquetea sutilmente con lo tétrico, el grupo instaura el cuerpo central con un vigor manierista que nos remite tanto a la herencia británica de EMERSON, LAKE & PALMER como a las estilizaciones modernizadas que se hallan normalmente en los discos de KARMACANIC y BRIGHTEYE BRISON. Si vemos a unos GOBLIN que se aggiornan desde el punto de partida, pues es de celebrar que lo hagan con tanto ingenio. La inclusión de un solo de saxo a cargo del invitado Antonio Marangolo añade un matiz más de colorido al asunto. La segunda pieza, titulada ‘In The Name Of Goblin’, se centra en un ejercicio de sinfonismo de vieja escuela donde las orquestaciones de los teclados y los solos de guitarra se articulan con pulcra precisión en pos del realce del bien definido motif. ‘Mousse Roll’ nos muestra una ceremoniosidad un poco menos fastuosa que la del tema de entrada, inclinándose un poco más hacia lo etéreo, especialmente por el manejo delicado de las cuerdas acústicas y las bases de teclado: con todo, es justo precisar que el ensamble sigue fielmente focalizada en desarrollar motivos y ambientes donde el sonido estandarizado de la densidad es la majestad reinante. ‘Bon Ton’ sí se mete de lleno en el tipo de oscurantismo estilizado que impregnaba las bandas sonoras más famosas de la banda, aunque siempre manteniendo esas conexiones con el sinfonismo retro que mencionamos más arriba: aires de familia con DAAL, SOLARIS y KARMACANIC hay, sin duda, pero sobre todo cabe valorar en esta pieza el manejo llamativo de su groove a medio tiempo, un factor paradigmático en los álbumes clásicos del grupo. Para esta composición de Marangolo y Pignatelli, el grupo contó con los aportes adicionales de Aidan Zammit para añadir más capas de teclado a la ingeniería sónica: de todas maneras, es la guitarra de Morante quien asume el rol protagónico en los pasajes cruciales del desarrollo temático.

‘Kingdom’ es una pieza particularmente bella que nos remite simultáneamente al esplendor imponente de ‘Uneven Times’ y la densidad etérea de ‘Mousse Roll’, y posiblemente lo más justo es describirla como el eslabón perdido entre ambas piezas. ‘Dark Blue(s)’ está, como alude su mismo título, en clave de blues, aunque la esencia de la estructura de su motif central y los ornamentos de teclado sean propios del rock sinfónico. Con los arreglos corales que emergen a mitad del camino, se crea un ambiente propio de una escena en una película de temática esotérica gótica: no se trata tanto del anuncio del arribo de una figura monstruosa sino de la expectativa ante la cercanía de un ente poderoso que, más allá de ser benévolo o malévolo, inspira respeto por su sola presencia. Explotando con fehaciente meticulosidad su refinada sensibilidad progresiva sinfónica, el cuarteto nos regala ‘Love & Hate’ mientras el disco se acerca a su fin. Tras un preludio de corte marcial y generosa en punche rockero, se instaura un motif evocativo donde las líneas de sintetizador y las armonías de piano se suceden a la hora de articular el centro neurálgico de la instrumentación global. Cuando llega el momento del solo de guitarra, Morante se hace cargo de preparar el terreno para un pronto viraje hacia una atmósfera estilizadamente tensa mientras la batería de Marangolo se prodiga en ornamentos ingeniosos y el bajo de Pignatelli crea pulsaciones vibrantes (él también añade insumos de teclados aquí, dicho sea de paso). Ocupando un espacio de poco más de 5 ¼ minutos, ‘008’ cierra el disco con un talante llamativo y marchoso: los riffs de guitarra casi parecen propios del rock duro melódico y los arreglos de teclado ostentan una gracilidad dulce al más puro estilo neo-progresivo, pero en algunos pasajes de la sección intermedia, el solo de sintetizador empieza a instaurar una polenta inspirada en la esencia de los 70s.

 

Tenemos, a fin de cuentas, un muy buen disco de prog sinfónico en “Four Of A Kind”: sin tratarse una obra maestra para el gran escenario de la música progresiva del año 2015, la gente de GOBLIN merece nuestras ovaciones por saber mantener viva la llama de su legado para enrumbarla hacia nuevos caminos modernizado de expresión sin renunciar a su particular ideología de rock artístico. Este disco tiene suficientes méritos artísticos para erigirse en un póker ganador con una escalera y una doble pareja añadidas.


Muestra de “Four Of A Kind”.-


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