Sunday, April 24, 2016

Algo más que el disco #4 para FACTOR BURZACO


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

FACTOR BURZACO, ese exquisito monstruo avant-progresivo fundado y dirigido por el magistral compositor argentino Abel Gilbert, vuelve al ruedo fonográfico con el disco “3.76”, un disco con cuyo título designa su intención de que no se le conciba como el cuarto ítem de la discografía de la banda – aunque técnicamente lo es – sino como un disco de transición hacia la que habrá de ser su próxima obra. Mientras llega ese momento, Gilbert y la pléyade de compañeros/as de viaje se dedican principalmente a repasar ciertas piezas de los tres primeros álbumes para elaborar nuevas versiones de las mismas: las sesiones de grabación para “3.76” tuvieron lugar entre octubre del 2014 y mayo del 2015, siendo publicado a nivel doméstico en octubre del mismo 2015, en coproducción con el sello AltrOck Records. De todas formas, este sello italiano recién ha impulsado la distribución internacional a inicios del presente mes de abril, por lo que en cierto sentido “3.76” pertenece a los años 2015 y 2016 simultáneamente. El núcleo duro de FACTOR BURZACO consta de la vocalista Carolina Restuccia, el guitarrista Pedro Chalkho, el bajista Carlos Eduardo Quebrada Vásquez (héroe de SALES DE BAÑO y BOSNNIA), el baterista-percusionista Facundo Negri (también tocando sintetizador a veces) y el propio Gilbert al piano. Por su parte, el nutrido ejército de colaboradores partícipes incluye al maestro guitarrista Alan Courtis, los vientistas Hernán Samá, Rosa Nolly, Sergio Catalán y Luciano Giambastiani, el bajista Nahuel Tavosnasnska, el Nonsense Vocal Ensamble (Valeria Martinelli, Virginia Majorel, Martín Díaz y Javier Lezcano), el legendario Carlos Cutaia al órgano, tres personas alternándose al piano (Marcelo Katz, Silvia Dabul y Marcela Toreales), Sebastián Preit y Lorena Torales a los teclados adicionales, y cuatro personas aportando voces en diversos momentos del disco (Marcelo Delgado, Marcelo Cohen, Luciano Vollacé y Marcel Álvarez). Bueno, centrémonos en los detalles de “3.76” a partir de ahora, ¿vale?  


El repertorio de este recuento comienza con la dupla de ‘Qué’ y ‘Mesianik’, una secuencia que comienza con un tenor de inquietante sigilo y termina irrumpiendo en un colorido neurótico cuyas vibraciones expresionistas se instalan por todas partes, llenando espacios dadaístas mientras los va creando dentro de una osada ingeniería sonora. A continuación sigue ‘Inter-dicción’, pieza cuya base temática está bien metida en el estándar Crimsoniano de los 80s, aprovechando tal circunstancia para abrir campo a la emergencia de ornamentos de percusión tonal a lo ZAPPA y retazos de guitarra eléctrica muy a lo HENRY COW. Poco menos de 5 minutos de pura gloria avant-progresiva químicamente pura. La irrupción de ‘Mesianik En Saigón’ sirve para que Torales nos agasaje con intensos y retorcidamente celebratorios efluvios de piano basados en los Estudios del maestro húngaro György Ligeti, los cuales tienen la meta de remodelar drásticamente el motif central de ‘Mesianik’. Esos efluvios de piano sirven no solo para lucir su propia luminiscencia sino también para anticipar el arribo de los delirios etéreos en cuyo éter inescrutable flota el esquema de ‘LAS (Y Orfeo)’, la siguiente pieza del álbum. Es como si tras haberse tomado un par de minutos para admirar el refinado acabado de oro y bronce de la puerta de una mansión, encontramos que ésta guarda dentro de sí un inmobiliario adusto que evoca sensaciones de un incierto horror ante el pronto auge de una presencia maléfica invisible. Los ornamentos de órgano que aparecen en la sección final mientras flotan los oscurantistas arreglos corales ostentan un aura provocadora y siniestra… y aún así, el ensamble se las arregla muy bien para que la cosa no se desborde. ‘Guantanabu 1’ tiene una letra recitada (escrita por Marcelo Cohen) mientras la instrumentación vuelve a la instauración parcialmente Crimsoniana que anteriormente habíamos disfrutado en ‘Inter-dicción’, aunque esta vez el esquema de trabajo es muy diferente: se arma en torno a una nebulosa ambientación de oráculos urgentes arropados por un vigoroso y electrizante pathos. A continuación siguen ‘Guantanabu 2,3’ y ‘Guantanabu 3’, cuyas misiones respectivas consisten en llevar la densidad inicial del concepto de ‘Guantanabu’ a una suerte de incandescente implosión metafísica y en construir un crescendo arquitectónico desde el cual se rearma la predominante aureola de tensión posmodernista.

 

‘Qué 2’ consiste en un sereno pasaje solista de piano donde se remodela el foco central de ‘Qué’, logrando crear así el único momento genuinamente etéreo del álbum. También es verdad que esta pieza de piano sirve para abrir la puerta a ese fabuloso ejercicio de abstractas extroversiones y surrealistas jolgorios que es ‘Arnold Turro’, una de las piezas más notables del álbum “III”. Bueno, aquí recibe el beneficio de un arreglo más filudo y fresco, lo cual hace que suene mejor que nunca. La secuela de este tema viene encarnada en ‘Dans Arnold, Tanz!!!’, un ejercicio de tecno-dance con ornamentos disruptivos propios tanto del krautrock electrónico como del rock-in-opposition: un abordaje gracioso e intrigante que revela una inesperada arista cuasi-popera dentro de la visión militantemente vanguardista de FACTOR BURZACO. La cosa es que Arnold Schoenberg es una figura referencial para esta dupla de temas, pues ‘Arnold Turro’ contiene una cita de la magna obra ‘Pierrot Lunaire’ y ‘Dans Arnold, Tanz!!!’ incluye el sonido de la voz del mismo Schoenberg. Cierra el disco ‘Cómo Acariciar Un Tigre Muerto’, 7 minutos que amplían la versión original que había aparecido en el primer álbum del ensamble (allá por el año 2007). Alternando pasajes grisáceos de tendencia minimalista con otros más abiertamente exultantes, los músicos involucrados en este broche del álbum despliegan a sus anchas sus propias interpretaciones de los legados de ART BEARS y HENRY COW, estableciendo aires de familia con el estándar de THINKING PLAGUE. Todo esto fue “3.76”, un notable catálogo de revisiones de varias de las composiciones más significativas de FACTOR BURZACO a lo largo de la obra desarrollada hasta el día de hoy. El rol principal de este disco es el de acompañar a los tres anteriores mientras muestra la permanente actitud evolutiva de la visión musical de esta entidad vital para la vanguardia progresiva argentina del nuevo milenio; por eso es algo más que un simple y llano cuarto disco, a pesar de que su título indique un valor aritmético menor a 4.


Muestras de “3.76”.-

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