Friday, November 21, 2014

La segunda ronda belga de ARANIS


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Qué buena noticia es que la gente del ensamble belga-flamenco ARANIS haga un nuevo disco, aunque en verdad se trata siempre de una buena noticia. Esta entidad señera del rock-in-opposition contemporáneo acaba de publicar en octubre pasado “Made In Belgium II”. Tal como señala el título, se trata de un nuevo tributo a las ideas que continuamente emergen en la vanguardia belga; sucede al “Made In Belgium” publicado dos años atrás. Esta vez, el repertorio seleccionado proviene de integrantes de bandas como FES, CRO-MAGNON, MAXIMALIST!, AURÉLIA, etc., además de algunos interludios escritos por algunos integrantes del ensamble mismo. La formación de ARANIS sigue constando de Stijn Denys [guitarra], Joris Vanvinckenroye [contrabajo], Marjolein Cools [acordeón], Liesbeth Lambrecht [violín, viola y violinofón], Pierre Chevalier [piano y canto] y Jana Arns [flautas y canto obsceno… ¿canto obsceno?, pues sí, eso…]. Como invitado aparece en un par de temas Pierre Vervloesem a la guitarra eléctrica. La apuesta del grupo es la de seguir elaborando matices de vanguardia progresiva a su estructura de cámara, una apuesta para la cual cuentan con suficientes niveles de destreza y creatividad como para jugar a ganar. Vayamos a los detalles de este disco.





  

Los dos primeros temas son ‘Skip XXI’ y ‘Hit’, respectivamente: al durar cada uno de ellos más de 6 minutos, ofrecen a la audiencia un generoso margen sonoro como muestra aproximativa de lo que nos espera en el repertorio entero. ‘Skip XXI’ es una pieza extrovertida – incluyendo una pícara risotada en el mismo inicio – donde el contrapunto y la síncopa se hermanan en una fuerza expresiva única y compacta; por su parte, ‘Hit’ tiene una cualidad pictórica única, siendo así que todos los instrumentos involucrados fungen como pinceles que coordinan magistralmente sus movimientos individuales para gestar un paisaje rotundamente colorido. Tras un breve ejercicio de soledad reflexiva de parte del piano para ‘Intermezzo I’ (de autoría de Chevalier), el ensamble saca de sí su capacidad para crear musicalidades sarcásticas y desafiantes en ‘Tolles Pferd’, una pieza que suena a algo así como una retorcida danza de cabaret con algunos coqueteos leves con el modelo de los dos primeros discos de ART ZOYD. En las intervenciones cantadas sale a flor de piel el filo expresivo, en cierto sentido atemorizante, que caracteriza a esta pieza tan grácil y solemne a la vez. Cambiando totalmente de registro a continuación, ‘DSK’ nos sitúa en un paseo relativamente calmado por una serie de sublimes lugares dentro de lo que perece ser un bosque envuelto por una serena atmósfera otoñal. Los diferentes motivos se hilan con perfecta fluidez, manteniendo siempre una constante de suavidad aunque sin llegar nunca a la calidez. La siguiente pieza, ‘Kablamo’, se enfila ahora hacia los ritmos y ambientes de la tradición tanguera, pero claro está, con esa obsesión retorcida por los quiebres y síncopas bizarras que supone uno de los tantos elementos cruciales del paradigma del chamber-rock. Los instrumentos se enlazan y separan bajo la lógica de una aventurera norma de ingeniería sumamente compleja, lo cual permite al oyente captar nítidamente el lirismo inherente a los retorcimientos del cuerpo central.


‘Intermezzo II’ es un misterioso solo de contrabajo – compuesto por Vanvinckenroye – que prepara el camino para ‘Boki’ II, otra muestra de compleja y osada extroversión que ya conocemos dentro del estándar histórico de ARANIS. Los efluvios del piano, que van armándose cuales oleajes de un salvaje río, forman la base sobre la cual se van sosteniendo los aportes bien amalgamados de las cuerdas y maderas. Los momentos más oscuros nos recuerdan inevitablemente al legado de UNIVERS ZERO, pero por lo general, la espiritualidad de esta pieza nos recuerda principalmente al tipo de magnificencia sónica que hemos hallado en el catálogo anterior de la banda, específicamente, en los álbumes “Aranis II” y “Roque Forte”. ‘Chanoi’ es luminosidad pura, una expresión de calidez que ARANIS articula con la maestría de siempre, aunque no por ello supone esta pieza una agradable sorpresa dentro del repertorio. ‘La Vague’ es el primer tema donde aparece como invitado Vervloesem, y se nota, pues la garra del ensamble sale a todo dar durante el desarrollo y afianzamiento de los recovecos inapelables a lo largo de los cuales se construye el motif de la pieza en cuestión. Tras el relajantemente envolvente ‘Intermezzo III’ (regresa el piano pues se trata de una composición de Chevalier), ARANIS se prepara para abordar el tema más extenso del álbum: ‘Cell Stress’ dura poco menos de 10 minutos. Cerrando el disco, ‘Funambul’ regresa de lleno a recursos de lirismo, un lirismo sofisticado y limpio a la vez, donde la arquitectura visionaria de la banda sale a relucir por enésima vez, para beneplácito del oyente. Al modo de un vals con talante folclórico que a lo largo del camino se torna en 5/4 para incrementar su esencial preciosismo, ostenta una otoñal candidez simplemente encantadora.



En ésta, su segunda ronda de tributos musicales a la vanguardia de su país, el ensamble belga ARANIS luce los mejores recursos de su arrollador encanto artístico, recursos que los vienen reforzando continuamente como una de las mayores fuerzas vivientes del chamber-rock de los últimos diez años y más. “Made In Belgium II” es un ítem altamente recomendable para cualquier fonoteca progresiva.


Muestras de “Made In Belgium II”.-

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